La señora Filomena cuenta una experiencia propia en donde ella acostumbraba a salir a todas las novenas de aurora en navidad a la iglesia del pueblo. Salia con sus sobrinas que como unas buenas devotas iban con mucha fe a la casa de Dios, y para ello tomaban como despertador al gallo que cantaba a las cuatro de la mañana pero cierta vez de imprevisto este canto a la media noche y ella tomó su pañuelon, se colocó sus zapatos y salió de casa pensando que se había dormido y que sus sobrinas le tomaron la delantera así es que con pasos agigantados se dirigió al pueblo desde la vereda. Después de haber recorrido un largo tramo sintió que alguien se le acercaba y al instante se monto sobre sus hombros, una criatura horrible con cachos parecido a un borrego con patas una de perro, la otra de gallo y con pezuñas de cerdo. En ese instante como toda una valiente mujer le dijo: en el nombre del Señor Jesucristo que quieres y el respondió: no quiero que vayas a la iglesia con las chicas.
Aun así continuo su camino pero cayo perdiendo el conocimiento hasta que sus sobrinas la alcanzaron ya a la madrugada y que el espectro había desaparecido.
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